En 1492 Colón llega a América, un continente poblado de millones de hombres y mujeres, algunos vivían organizados en grandes imperios, otros en poblados más pequeños dedicados a las tareas agrícolas y también había culturas nómades, vivían de la caza, la recolección, la pesca y tenían mucho más tiempo de ocio que las sociedades agrícolas.
A fines del siglo XV algunas sociedades habían logrado organizarse en grandes imperios, los Mexicas (o Aztecas) y los Mayas en Mesoamérica, los Incas, en la zona andina, desde el sur de la actual Colombia hasta el Noroeste Argentino.
¿Cómo pudo ocurrir que un puñado de españoles conquistaran y sometieran a millones de seres humanos? Esta pregunta ha atravesado investigaciones históricas, las respuestas no incluyen una sola causa, pero algunos motivos tuvieron más peso que otros para inclinar la fuerza del lado de los conquistadores. Así, se ha conferido importancia a la presencia de las armas de fuego y caballos que portaban los españoles; también aparecieron las leyendas preexistentes en las sociedades originarias, que hablaban del retorno de los dioses por el Este; se hizo hincapié en la difusión de enfermedades, como la viruela y la sífilis, que diezmaron a la población nativa, carente de anticuerpos defensivos frente a éstas.
Todos estos factores coadyuvaron a la conquista, pero hubo una razón que fue la más importante para determinar la victoria de los españoles: los conflictos al interior de estos imperios.
Tanto los Mexicas como los Incas, eran imperios que habían conquistado poblaciones y en donde había disputas por el poder. Los conquistadores supieron leer estas fracturas y se aprovecharon de ellas.
En el caso de los Aztecas, el conquistador, Hernán Cortés, se apoyó en la ayuda de las poblaciones sometidas previamente por los Mexicas y que lo vieron como una posibilidad de liberarse de éstos. Así Totonecas, Tlaxcaltecas, Otomíes, entre otros, formaron parte de las fuerzas españolas que derribaron al Imperio en 1521 tras la heroica resistencia de la capital, la ciudad de Tenochtitlán.
Cuando los conquistadores Francisco Pizarro y Diego de Almagro arribaron al Tawantinsuyu (Imperio de las cuatro partes), existía un conflicto por la sucesión dinástica del Inca Huáyna Cápac, quien había muerto aparentemente de viruela (las enfermedades se propagaron con más rapidez que los propios conquistadores). Los hijos del monarca Inca, Atahualpa y Huáscar, se disputaron el trono y el segundo, fue asesinado. Este conflicto fue aprovechado por Pizarro quien secuestró al Inca Atahualpa, acusándolo de la muerte de su hermano, de este modo, buscaba ganar adeptos entre los seguidores de Huáscar. El conquistador exigió oro como condición para liberar al Inca Atahualpa, pero a pesar de haberse cumplido su solicitud, lo asesinó.
Posteriormente, los mismos conquistadores, entraron en guerra.
En ambos casos aparece el tema de las divisiones, de los conflictos internos como condición sine qua non para hacer efectiva la conquista. Situaciones parecidas, aunque no iguales, se presentaron en América Latina a lo largo de su historia independiente, haciendo posible el anudamiento de los lazos que subordinaron a los países del continente a un destino que cercenaba las posibilidades de ser soberanos económica y políticamente. El siglo XXI se presenta con nuevos aires, ojalá los pueblos vuelvan a reflexionar sobre su historia para no repetir viejos errores.
La Segunda Guerra Mundial
Para comprender la Segunda Guerra mundial, debemos remontarnos al final de la Primera Guerra Mundial, o sea a sus causas estructurales:
Y luego hay que analizar el papel de la Alemania Nazi y su expansionismo, lo que vamos a llamar causas coyunturales: